martes, 23 de agosto de 2011

La Alcarria y los libros.


Foto: Google's Earth

Dicen que la Alcarria es la Toscana española, están en la misma latitud y comparten climatología y tipo de paisaje, suaves colinas, vegetación típicamente mediterránea, pinos, robles, chopos, olmos, álamos, frutales, olivos, plantas aromáticas, viñedos, numerosas huertas, por otro lado ambas regiones son eminentemente agrícolas, grandes explotaciones de cereales y girasoles, y también ganaderas, rebaños de ovejas y cabras, toros en las grandes dehesas, y explotaciones cinegéticas en los latifundios.

La Alcarria alta es el escenario de El Quijote, el pueblo de la foto es un pequeño pueblo del valle de San Andrés, así denominado porque lo cruza el río San Andrés, y junto con los del resto de la zona integra la denominada ruta de lo pueblos de Don Quijote, entre los que  se encuentra Budia con sus iglesias, conventos y plaza porticada, así como Pastrana con su gran monasterio y palacio.

Impresionan las grandes extensiones de los campos de cereal en la altiplanicie que corona la comarca, desiertos campos de cultivo en los que se pierde la vista en el infinito, asusta tanta soledad y silencio al paseante que acostumbrado al ajetreo de la gran ciudad se siente solo y extraño ante la sobrenatural presencia de ese vacío que le hace pensar, y que es como mirar el infinito cielo estrellado por las noches, queda entonces el paseante sobrecogido por tanta grandeza.

Todos esos pueblos los reflejó magistralmente con sus tipos y sus costumbres Camilo José Cela en su Viaje a la Alcarria, novela de viaje que escribió en su juventud recorriendo a pie y mochila al hombro toda la comarca, apasionante lectura.

Por estos campos parece que se va a aparecer el caballero Don Quijote en cualquier momento, y uno siente miedo de que le embista lanza en ristre al confundirlo con algún demonio o con algún enviado de un sultán.

El Quijote, ese gran desconocido, cuya lectura asusta hasta que se emprende, sorprendiendo por su humor, su inteligencia y su contemporaneidad, el clásico por antonomasia, el libro que parece está hablando sobre el mundo de hoy y sobre el mundo de siempre.

En las noches alcarreñas es una delicia mirar las estrellas, se pierde la vista en las constelaciones y uno deja de pensar ante el infinito porque no puede ser capaz de asimilar todo aquello.


2 comentarios:

  1. Tienes suerte, apreciado JR, de que entre tus seguidores haya alguien tan impresentable e irreverente como el Sr Cela, ese soy yo. El Sr Cela me ganaba con creces en cuanto al arte de escribir,no lo dudo, pero creo que en el del vivir le supero con creces En irreverencia tambien le gano, el buen Sr Cela presumia de tirarse pedos en publico, yo rubrico mis comentarios con mi falo.

    ResponderEliminar
  2. Me ha gustado especialmente el párrafo"Impresionan.....paseante sobrecogido por tanta belleza", pues me ha transportado sutilmente aquel lugar y que en mi afloraran serenamente esos mismos sentimientos y emociones que tu describes con lenguaje claro,conciso y que solo es posible transmitir cuando uno está profundamente conectado con su esencia y el entorno que le rodea, abandonandose a vivir y experimentar el momento presente.

    ResponderEliminar