viernes, 26 de agosto de 2011

Mon petit Axel.


Mi querido Axel, gracias por seguir acordándote de mí y escribirme, como siempre es un verdadero placer leerte, aquí arriba estoy algo aburrida, esto es muy diferente también a los jardines de Versalles, y añoro al igual que tú nuestros paseos, nuestras conversaciones, nuestro amor.

Pero el amor perdurará por siempre en nuestros corazones aunque estemos lejos.

Para mí la vida no fue fácil, bien lo sabes, tú fuiste testigo de expepción, se cuentan tantas cosas sobre mí, hay tantas leyendas, me hace gracia contemplar desde aquí como de nuevo hay crisis financiera, esa palabra me acompañó durante todo mi reinado, desde que llegué no dejé de oirla ni un sólo día, Necker, recuérdalo, lo repetía continuamente, pensaban tal vez que era una manirrota, pero una reina de Francia no puede vivir en la estrechez, necesita divertirse, ser feliz.

De todo decían sobre mí, prefiero no acordarme, y al fin el pueblo, que al principio me adoraba pasó a odiarme, en concreto hay dos cosas que me molestaron especialmente, lo de los pasteles y lo del famoso collar, todas esas tonterías las sacaron a relucir más tarde en el paripé de juicio sumarísimo que me hicieron, en el cual supe defenderme brillantemente aunque todo estuviera perdido de antemano, y me defendí de esas cosas y de otras mucho peores de las que me acusaban y que no quiero ni mencionar, me defendí, digo, brillantemente, porque la verdad estaba de mi parte, y no hay mejor abogado defensor que la verdad, la verdad tumba cualquier embuste.

En fin, mucho tiempo ha pasado ya, más de dos siglos, aunque ese lapso de tiempo contemplado desde aquí arriba no es nada, un soplo, parece que fue ayer.

Aquí arriba estoy mucho mejor, no te preocupes por mí querido niño, bien sabes que yo completé mi karma, ya sufrí bastante en la última reencarnación, y eso me permite ser ahora un alma pura de nuevo y reinar desde aquí arriba no sólo en Francia sino en todo el mundo, siento profundamente que tú tengas que seguir reencarnándote aún, te echo de menos, pero estate tranquilo, aquí te esperaré por la eternidad hasta que llegues.

Por el rey no te preocupes, no está por aquí, él también ha seguido reencarnándose junto con Madame de Pompadour, tienen aún faltas que purgar, ahora viven el un arrabal de Calcuta, y según parece son felices, claro, ya no me tienen cerca.

Un beso muy fuerte mon petit enfant, y mucho ánimo en Madrid.

Y manténme, por favor,  informada de todo lo que por allí suceda.

Tuya afectísima,

Marie-Antoniette
La Reine

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