lunes, 3 de octubre de 2011

"As time goes by..."


Nunca logro enterarme del argumento, apenas oigo los primeros compases de la melodía me desconecto de la realidad y mi imaginación se eleva a un plano superior, quedo atrapado en ese mundo imaginario del cual no me creo nada, todo resulta inverosímil, los decorados de cartón piedra, los personajes de cartón piedra, pero por esa misma razón todo es fascinante, porque todo es arquetípico y despierta en mí, como en cualquiera, el subconsciente colectivo, al cual siempre te transportan, de una u otra manera, las grandes obras de arte.

Cómo voy a prestar atención a los diálogos si delante de mis ojos se me está ofreciendo un derroche de vida, de emociones, sentimientos, anhelos y fracasos, de amor y desamor, no puedo sino quedar fascinado, quedar fascinado con el duelo interpretativo entre Bogart y la Bergman, parecen hechos el uno para el otro, y con esa colección de actores secundarios antológicos.

Sólo logro escuchar las frases íntimas, las frases de amor entre los dos protagonistas, lo demás es un fondo, un decorado que da pie a presentar la esencia pura de un amor que nunca tendrá fin aunque sea, como en este caso, imposible.

Llueve torrencialmente al final de la película, cae la lluvia mientras el avión con rumbo a Lisboa despega del aeropuerto de Casablanca, y la lluvia es como un llanto incontenible del alma, un llanto que nos limpia y nos hace renacer pese a todo a la realidad, una realidad que nunca volverá a ser ya como antes.

Adiós Casablanca... as time goes by...

El paseante.
Octubre 2011.

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