viernes, 9 de marzo de 2012

Eros y tanatos.


Nuestra existencia transcurre en una constante lucha entre la vida y la muerte. El planteoamiento desde el psicoanálisis es que esa lucha se libra entre la pulsión de vida (Eros) y la de muerte (Tánatos).

¿Podríamos preguntarnos entonces qué es la pulsión, como así también quién gana esta batalla?.

En el ámbito de lo humano no hablamos de instinto porque el mismo atañe al mundo animal y como las personas estamos atravesadas por el lenguaje, la cultura y sus diferentes producciones, el instinto se pierde, queda desdibujado porque tiene que ver con lo natural, lo biológico. Los humanos somos seres sumamente complejos y sólo desde una perspectiva biológica no es suficiente el abordaje.  El psicoanálisis plantea el concepto de pulsión y el mismo tiene que ver con la sexualidad, con Eros,  como así también con Tánatos. Nuevamente vida y muerte.  Sexualidad que es mucho más compleja que en los animales donde casi todo está comandado por el instinto.

Hay una fuerza que nos empuja hacia la vida, la supervivencia, el amor, el deseo.  La otra, que es una fuerza similar, nos impulsa al sufrimiento, al dolor, a autodestruirnos, se trata de la pulsión de muerte. 

Sigmund Freud, el creador del psicoanálisis,  plantea que algunas personas tienen más predisposición para el sufrimiento que para la felicidad y esto mismo está relacionado con la pulsión de muerte y con algo que tiene que ver con el masoquismo, no el que está del lado de la perversión sino eso que está en nuestro interior y nos hace sufrir. En las más de las veces se trata de cuestiones fantasmáticas, pues es desde allí, desde nuestros propios fantasmas, desde donde miramos el mundo y nos miramos a nosotros mismos.  Es como una lente a través de la cual podemos ver a veces de color rosa y otras lo vemos todo negro. Se acuerdan del vaso medio lleno o medio vacío?  Entonces, aquella tan famosa realidad de la que todos hablamos no es para nada algo objetivo sino que tiene que ver con la perspectiva desde donde miramos.

Retomando la pregunta de quién gana la batalla, es evidente que es ganada por la muerte; mal que nos pese, no somos eternos, y ésta es una de las más grandes heridas a nuestro narcisismo.  Sería imposible pensar la vida como algo infinito.  Aunque hay personas que transitan por ella creyendo que sí lo son, perdiéndose así la ocasión de  vivir HOY, SOLO POR HOY, pues éste es el día mas concreto y tangible, ayer ya pasó, pudo haber dejado sus marcas, algunas buenas otras no tanto, pero ya no está mas.  Mañana está por venir pero por más que lo deseemos no tenemos ninguna garantía de su llegada.  Somos mucho más vulnerables de lo que creemos.

Los grupos de autoayuda para personas que tienen problemas con el consumo de alcohol, drogas, comida, tabaco, etc. proponen esta filosofía:
Sólo por hoy

1.   Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el problema de toda mi vida de una vez.

2. Sólo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto: cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé mejorar o disciplinar a nadie, sino a mí mismo.

3. Sólo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino en éste también.

4. Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que las circunstancias se adapten todas a mis deseos.

5. Sólo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura; recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.

6. Sólo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.

7. Sólo por hoy haré por lo menos una cosa que no deseo hacer, sólo por ejercicio; y si me sintiera ofendido en mis sentimientos procuraré que nadie se entere.

8. Sólo por hoy me haré un programa detallado. Quizá no lo cumpliré cabalmente, pero lo redactaré. Y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.

9. Sólo por hoy creeré firmemente, aunque las circunstancias demuestren lo contrario, que la buena providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie existiera en el mundo.

10. Sólo por hoy no tendré miedo, trataré especialmente de no tener miedo, de disfrutar de lo que es bello y creer que del mundo he de recibir de acuerdo a lo que dé.

Aunque nos resulte doloroso,  y corriendo el riesgo de caer en cosas ya conocidas, vale el esfuerzo de detenernos a pensar, al menos por unos momentos, en que hay diferentes  formas de morir.

No es lo mismo cuando una persona muere luego de haber tenido una vida en la que pudo disfrutar de algunos momentos de felicidad, serenidad, algunos logros ya sea en lo laboral,  lo familiar, lo personal.  Haber amado alguna vez y dado todo por ese amor, haberse emocionado algunas otras, haber aprendido algo de la propia experiencia.  En síntesis haber puesto en juego su deseo y entonces morir en la ancianidad viendo crecer a los nietos, o al perro, o a las flores, o a quien fuere.

Digo entonces no es lo mismo a cuando la parca arrasa con todo a los comienzos o en la mitad de la vida,  por ejemplo con un ataque cardíaco o una de esas enfermedades fulminantes, que conllevan un inmenso sufrimiento tanto para quien las padece como para quienes aman a esa persona.

No es lo mismo el suicidio, o la muerte que se da por un accidente, o un atentado.

Como también son distintos los casos de aquellos que se matan día a día con el consumo de drogas y tantas otras cosas, o el caso de aquellos que consumen tabaco compulsivamente, o alcohol.  En fin, diferentes maneras de llenar el vacío que hace a la propia existencia y que puede conducir al sujeto a la muerte.  Aunque hay tantos que estando vivos parecen muertos.

Podríamos preguntarnos también en el caso de los llamados accidentes cuanto hay de lo azaroso y cuanto de lo autodestructivo en juego, ya que es de público conocimiento por ejemplo en los accidentes de tránsito que en muchas ocasiones quién debe conducir se sube al auto luego de haberse tomado hasta el agua de los floreros.  Otros conducen intoxicados ya sea por el consumo de drogas ilegales o por estar empastillados con psicofármacos y no estoy hablando de los más jóvenes que es en quién casi siempre recaen las culpas.

Hay varias maneras de lidiar con lo autodestructivo que nos habita.  Cada uno de nosotros tiene la posibilidad de encontrar más de una razón para levantarse por las mañanas, aunque tengamos sueño, o un día largo por delante plagado de responsabilidades.

¿Qué nos aleja de la muerte? ¿Con qué armas peleamos la vida?

Una de las armas o herramientas infalibles es el humor.  Otras son  el amor, el placer, el deseo, el optimismo, esa alegría de vivir, por el solo hecho de estar vivos, despertarnos y ver salir el sol.  También si está nublado o hace frío o llueve es posible ser feliz.  Si bien es cierto que el tango dice “…que ganas de llorar en esta tarde gris…” tampoco es cuestión de hacer del tango una filosofía de vida.

El buen sentido del humor como la risa nos alivian la carga, esa cruz que más o menos pesada todos cargamos, porque es parte de este viaje.  No me atrevería a afirmar que nos salva, no lo sabemos, pero lo que es posible es que nos ayude a cicatrizar algunas heridas, como así también nos permitirá quitarle a la vida ese tono dramático, trágico que nos ha sido trasmitido tanto desde lo cultural como lo religioso, en particular desde la tradición judeo-cristiana.

El valle de lágrimas, ¿se acuerdan?

En algunas familias también se han encargado de transmitirle a sus miembros ese “sentido trágico de la existencia”, debido a la propia frustración e infelicidad.

Esta cuestión del buen humor además, es una manera de hacerle la vida más bonita a quienes nos rodean.  No es mejor acaso recibir a alguien con una sonrisa que con cara larga.  No es acaso más llevadero lo que tenemos por delante si nos tratamos con respeto, con afecto, con sinceridad.  Con un por favor, perdón y gracias.  Esto se traslada a los diferentes ámbitos de nuestras vidas, trabajo, pareja, familia, amigos, vecinos, etc.

Bien sabido es que la risa alivia muchas tensiones y previene enfermedades.

También hay en juego una cuestión química ya que las endorfinas que se liberan cuando reímos, colaboran a elevar las defensas y de esa forma nos permiten alejar las enfermedades.

Una persona melancólica está a expensas de cualquier bicho de los tantos que pululan allí afuera, llámense virus, bacterias, hongos, o malas gentes. 
Recuerdo un poema de Mario Benedetti que dice asi:

Defender la alegría
como una trinchera
defenderla del caos
y de las anestesias.
De los falsos suicidas
y de los homicidas
y del dolor de estar
absurdamente alegres.

Una pregunta posible sería, cómo atravesar esas barreras que no nos permiten la felicidad? 

En algunas familias los modelos transmitidos fueron de infelicidad, sufrimiento, dolor.  Vale la pena hacer el esfuerzo de intentar día a día romper con eso y aunque no sea una tarea sencilla,  todos tenemos la posibilidad de hacer una revolución en nuestras vidas e ir más allá de esos modelos que tanto nos marcaron.  Tenemos el deber de esforzarnos en ser felices, pues la vida nos da ocasiones a cada instante para serlo.  Es una pena dejarlo pasar y dejar de esa manera pasar la vida sin atrevernos a vivirla de una manera más digna. 

Si no es posible, si tanto nos cuesta, el psicoanálisis tiene muchas herramientas para ayudarnos en el intento, siempre y cuando estemos dispuestos a hacerlo.   Lo antedicho no es solamente una invitación a la lectura de la obra de Freud, que es algo apasionante y enriquecedor aunque un tanto complicado a veces.  Es en realidad una propuesta, si lo consideran oportuno,  la de recostarse en el diván de un analista y ponerse a trabajar ya que la felicidad es posible, no es una utopía y si así lo fuera,  que importa, como dice Serrat, “…sin utopías la vida sería un ensayo para la muerte…”

Margarita Fernández
Psicoanalista

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