martes, 27 de marzo de 2012

Franco y yo (repetición).


Cuando mi abuela le veía en la televisión siempre decía lo mismo: ¡pero qué majo es!

Cuando aparecía en "el parte", como ella llamaba a las noticias del telediario, le quedó de la guerra lo del parte de guerra.

Mi abuela y el resto de mi familia habían pasado toda la guerra civil en Madrid y lo pasaron muy mal, eran de derechas, para ellos la entrada de Franco en Madrid fue una liberación.

Me parece estar viendo vuestras caras, vuestros gestos de sorpresa, vuestras miradas de pánico, me parece estar leyendo vuestros pensamientos que dicen:

"No irá este loco a hablar bien de Franco".

Tranquilos, el blog tiene vocación de universalidad y yo también.

Él y yo coincidimos cuando yo era muy joven aún, no me enteraba de nada, si hubiera sido más mayor intuyo que no nos hubiéramos llevado nada bien.

Aborrezco el pensamiento único y la represión vengan de donde vengan.

Además pienso que él me hubiera cerrado el blog, estoy seguro, y no sólo lo hubiera cerrado sino que me hubiera metido en la cárcel por la ley de peligrosidad social.

Franco fue parte del decorado sentimental de mi infancia y de mi adolescencia.

En la clase del colegio había una foto de él junto a un crucifijo y a un cuadro de María Inmaculada, era una foto imperial de él en colores sepia, o tal vez era una foto de un cuadro, no lo recuerdo bien...

Al principio cuando era aún muy pequeño recuerdo que cantábamos el Cara al Sol en el colegio por las mañanas a primera hora, de pie, en fila, y con el brazo en alto.

Pero de eso hace ya tanto tiempo que apenas lo recuerdo...

Por cierto, el Cara al Sol me parece un himno precioso, igual que la Internacional, me emocionan.

Pero hay que cantarlos con la mano o el puño en alto, se sienten más, te llegan mejor al corazón, yo lo he hecho con los dos, con el Cara al Sol sólo de niño y con la Internacional en alguna manifestación, pero enseguida he sentido que los de alrededor me miraban raro, como si no fuera uno de los suyos, y me he sentido extraño, creo que no puedo llegar a ser tan rojo como para eso, me parece que van a llegar mi abuela o mi padre por detrás y me van a bajar el puño.

(continuará)

El paseante.

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