lunes, 2 de julio de 2012

La foto del verano. El paseante tomando el sol + reflexión.


Es el paseante tumbado sobre el lomo del mundo como sobre una fiera prehistórica que duerme tranquila, pero que está a punto de despertar y hacer que todo sucumba a sus zarpazos terribles de desamor, desconsuelo, soledad.
Es el paseante del mundo descansando sobre la cúspide de una montaña ignorante de que se ha tumbado sobre el cráter de un volcán a punto de erupción, devastadora erupción, febril, sobrecogedora, final erupción, definitiva, mortal, aniquiladora, última catástrofe de un mundo catastrófico.
Es el paseante ensoñador, tumbado bajo los rayos del sol, tranquilo desconocedor de que sus rayos son mortales, que dentro de su cuerpo están inoculando de una vez por todas el veneno de la muerte, que acabará con él tras padecimientos indecibles, terribles dolores, extenuantes batallas que al fin perderá para abandonarnos y dejarnos apesadumbrados, tristes, depresivos.
Es el paseante solitario, que a nadie quiere a su alrededor pero que ignora tiene una visita que se aproxima a su sueño y que terminará con él, un enemigo que siempre le anduvo a la zaga, que le persigue desde siempre, que no soporta su visión y que para verle y no poder soportarle le sigue en sus paseos ensoñadores y solitarios, y que por fin le ha alcanzado desprevenido y va a terminar con él.
Es el paseante asexuado, pero sin embargo puro sexo en potencia que pide a gritos fecundar o ser fecundado, y explotar en un éxtasis brutal de deseo, pasión y destrucción como único antídoto al cataclismo que se avecina.
Es el paseante ajeno al fin a todo, tumbado sobre su toalla en la piscina, nada más.
¿Nada más?

el paseante
 

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