miércoles, 22 de mayo de 2013

Te cuento algo curioso que me ha pasado esta mañana.




Te cuento algo curioso que me ha pasado esta mañana, vengo leyendo en el metro un libro que nunca antes he leído, esto es importante decirlo de antemano, se titula La invención de la soledad y el autor es Paul Auster.

Ya voy como por la mitad, es interesante, la primera parte trata sobre el padre del autor, un personaje curioso, solitario, sobre su vida, la segunda apenas la he comenzado, parece que trata sobre la experiencia de el autor como escritor, a caballo entre París y Manhattan.

Hasta aquí todo normal.

Voy leyendo esta mañana en el metro y empieza a contar el escritor su estancia en París, la habitación en la que estuvo, la visita de su padre, empieza a irse mi mente a otros pensamientos, levanto la vista del libro miro al andén en el que había parado el tren, veo los anuncios publicitarios más allá de la ventanilla de enfrente, surge el pensamiento de los judíos, del holocausto, pienso en la barbarie que fue, arranca el tren, sigo leyendo, el escritor sigue hablando de París, de Manhattan, vuelve el pensamiento recurrente, levanto la vista del libro, me quedo extasiado mirando a la ventanilla que hay enfrente de mí, veo mi reflejo en ella, veo el negro vacío del túnel detrás, y, de nuevo, los judíos, el holocausto, los campos de concentración, me pregunto a mí mismo por qué me vienen a la mente en ese momento esos pensamientos recurrentes y por qué me toca tan de cerca todo el tema del holocausto, tal vez en mi vida anterior fui una de las víctimas de alguno de esos terribles campos de la muerte, vuelvo al libro, sigo leyendo, el vagón sigue su marcha surcando la oscuridad del túnel hacia el final del trayecto, mi destino, y de repente pienso en Ana Frank, ¿por qué?, no lo sé, seguramente porque es su historia la historia que más me ha perturbado conocer y con la que más he empatizado, y la llevo muy grabada dentro de mí, pero no logro averiguar por qué pienso en ella en ese preciso momento.

De repente me quedo helado..., sigo leyendo y leo en el libro que el escritor decide ir desde París a Amsterdam..., y comienza a narrar brevemente su estancia allí de forma que me parece idéntica a como yo la tengo narrada en el blog, como la de un turista más que de repente decide seguir la recomendación de la guía turística que hay en la habitación del hotel y visitar la casa de Ana Frank, y va a visitarla sin mucho convencimiento, luego narra sus impresiones, sentimientos, su llanto al contemplar el escenario del cautiverio, las fotos de actores de Hollywood que Ana tenía colgadas en la pared delante de su escritorio y que aún están allí tal y como ella las dejó.

Dejo de leer y me pregunto: ¿cómo se puede tener semejante premonición de lo que va uno a leer a continuación en un libro? ¿y cómo puede uno leer lo que otro ha escrito y sentir que ya lo ha sentido y escrito uno mismo con anterioridad?

el paseante 

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